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LA “SOCIOLOGÍA” DE ROBERTO AGRAMONTE

Roberto Agramonte es un lujo de la inteligencia cubana. Su labor en la cátedra y en los libros así nos lo muestra. Se dio a conocer en el mundo intelectual de Cuba en 1928 con la publicación de su Programa del Curso de Filosofía Moral, que apareció con un prefacio del ilustre pensador español Fernando de los Ríos. También muy joven entró en la Universidad de la Habana como auxiliar de cátedra, en la Escuela de Letras y Ciencias, donde años más tarde, por sus méritos y por su integridad, ocupó el cargo de profesor titular de Filosofía y Moral, de Sociología y de Sicología.

El haber sido candidato para la vicepresidencia de la república, quizás por el único partido que pudo impedir la crisis del país, el del Pueblo Cubano, y el haber heredado la jefatura del mismo a la muerte de Eddy Chibás, dice mucho de la opinión de Cuba respecto al profesor Agramonte. Más tarde, cuando le renacían las esperanzas a todos sus compatriotas, ocupó el cargo de Ministro de Estado en el primer gabinete de la revolución, junto a otros cubanos de prestigio, sin saber que pronto serían desplazados por quienes iban a traicionar los principios que los llevaron al gobierno.

Sólo por los libros que editó ya tendría la cultura cubana con Agramonte deuda importante. Bajo su dirección, en la Biblioteca de Autores Cubanos, de la Editorial de la Universidad de la Habana, se imprimieron los Escritos literarios y políticos del padre José Agustín Caballero, y la Philosophia Electiva; cuatro obras de Félix Varela: la Miscelánea Filosófica, El Habanero, las Cartas a Elpidio y las Lecciones de Filosofía; y de “el silencioso fundador”, como llamó Martí a José de la Luz, los cinco tomos de la famosa Polémica Filosófica, los Elencos, los Escritos Literarios, los Educativos, sus Cartas y sus Aforismos: en suma, el legado de varios fundadores. ¡Cuántas veces el investigador ha debido agradecer esos empeños que pusieron en las bibliotecas del mundo las bases de la nacionalidad cubana! Pero a esa labor de difusión hay que añadir la creadora: nadie podrá iniciarse en el conocimiento de Cuba sin la lectura de su biografía del padre Caballero, la cual con justicia lleva este subtítulo Los orígenes de la conciencia cubana, por lo que allí se descubre y explica; los dos libros sobre Varona, de su Pensamiento Filosófico y su Escepticismo Creador no son menos útiles para las ideas en Cuba; como lo es el reciente aporte a la bibliografía martiana, Martí y su concepción del mundo, al que promete añadir pronto un complemento, “Martí y su concepción de la sociedad”. Desde sus años de estudiante manifestó Agramonte un noble interés por Juan Montalvo: su tesis doctoral versó sobre “El pensamiento” del gran ensayista ecuatoriano, y varios trabajos de singular mérito testimonian esa preferencia.

No es posible siquiera intentar una relación de los artículos y discursos de Agramonte en tan breve nota, pero no han de quedar sin mención al menos sus libros sobre las asignaturas de su predilección: el Tratado de Psicología General, el Curso de Filosofía Moral, y los seis dedicados a la Sociología: dos volúmenes del Tratado de Sociología, la Sociología Contemporánea, los Principios de Sociología, la Sociología de la Universidad: [Lucio] Mendieta y Núñez y su magisterio sociológico y la Teoría sociológica; y a este último la nueva edición de su Sociología: Curso Introductorio, que publicó la Universidad de Puerto Rico en 1978, donde Agramonte ha sido profesor durante quince años. Es, como dice el prefacio, “un libro nuevo y distinto”, pues las bibliografías, las estadísticas de población y cuanto dato había cambiado fueron puestos al día.

Este Curso Introductorio está compuesto de diez y siete capítulos que mejor podrían llamarse lecciones, en el sentido de lecturas o grupos de conocimientos en que un maestro divide su saber para facilidad de sus discípulos. El estudio de las relaciones entre los grupos humanos y entre los individuos es el objeto de la Sociología, y el libro de Agramonte explica la sociedad y su alteración por las fuerzas que en ella se mueven. La llama “ciencia fascinante” ya que el estudioso de esta disciplina se siente actor y público del mismo drama, testigo y parte del mismo fenómeno. Con esa excepcional situación nos lleva como a un retablo de las maravillas, de Cervantes, en el que un suceso dentro de otro nos revela la complejidad del objeto de análisis al tiempo que lo ilumina. Queda aquí estudiado el hombre, unidad del acontecer social; y sus formas de agrupación: la familia, las ciudades y las organizaciones; y las resultantes de esos conjuntos: las instituciones y la cultura, y aun algunas formas peculiares del comportamiento humano: las multitudes y las modas.

Siguiendo la antropología filosófica de Max Scheler, Agramonte describe al hombre como un “ser extraordinario que logró, a virtud de procesos sublimes de evolución y de adaptación, desarrollar de un modo admirable las condiciones estructurales y funcionales de su cerebro”. Más adelante se estudia la evolución de la familia, sus distintas fases y funciones hasta concluir, a pesar de las amenazas del mundo moderno, con esta predicción optimista: “No hay temor ni peligro de que la familia se desintegre, ni mucho menos de que desaparezca. El índice de matrimonios, excepto en periodos de depresión económica, ha aumentado en los años recientes. Las personas dependen hoy mucho de sus familias, al ser éstas medios de satisfacción de sus anhelos de afección y amor”. También el estudio de la sociedad culmina con una halagüeña promesa: siguiendo investigaciones demográficas recientes, afirma Agramonte:

 En esa sociedad del siglo XXI el individuo alcanzará una mayor longevidad o esperanza de vida. Habrá un mayor control de los medios físicos, tal del agua de las ciudades. Habrá mayores facilidades recreativas. Habrá un mejor plan urbano. Habrá mayores oportunidades de empleo concomitantes con el auge de la educación. La superpoblación adversa se limitará, y habrá una planificación familiar consonante con la comunidad y con el bienestar internacional. Habrá igualdad ante la ley. Habrá un creciente desarrollo económico y un mayor avance científico y tecnológico. Habrá mayor cultura de las masas. Habrá en suma una mayor contribución a la paz mundial.

La cultura ocupa el capitulo VI de su Sociología. Ningún otro asunto reaparece con mayor frecuencia en el libro. La cultura es el quehacer propio del hombre, y su mundo natural: es como un agente y consecuencia de la vida humana. Por eso adquiere mayor importancia en el estudio sociológico. Se define aquí en su real amplitud: “Denomínase cultura a la suma total de usos, costumbres, técnicas, creencias, leyes, moral, conocimientos, que son patrimonio de un determinado grupo social”; y su análisis está tejido en la materia toda de esta ciencia, espejo del hombre a la vez que su imagen .

No es fácil hacer la presentación erudita de un tema, avalando los juicios propios con los de otras autoridades, sin excluir al lector menos entendido, y sin hacerle carga la documentación; ni tampoco lo es hablar a éste y lograr al mismo tiempo la atención de los especialistas. Pero esta Sociología combina de manera eficaz ambos propósitos, por lo que merece el más amplio interés. En ella se encuentra el difícil arte de decir bien lo que se sabe y el de medir bien lo que se dice, que es condición primera de todo maestro. Profanos y cultos disfrutarán por igual del aporte generoso. Al lado de los grandes sociólogos de este continente, como afirmó el profesor Adolfo Menzel, de la Universidad de Viena, nuestro compatriota Roberto Agramonte es “uno de los maestros de las nuevas generaciones” de la América Latina.