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Los imperios fundados por la tiranía y sostenidos por la fuerza y el terror, deben caer con el estrépito de los cataclismos geológicos.
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La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos.
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Protestaré con todas mis fuerzas y rechazaré indignado todo acto ilegal que pudiere intentarse vulnerando los sagrados fueros y derechos del pueblo cubano.
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No es una política de odios la mía, es una política de justicia en que la ira y la venganza ceden en favor de la tranquilidad y la razón, es decir, una política de amor... El lema que juzgo más elocuente para que luzca en la bandera de nuestra revolución, es Dios, Razón y Derecho.
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Una República organizada bajo sólidas bases de moralidad y justicia es el único gobierno que, garantizando todos los derechos del ciudadano, es a la vez su mejor salvaguardia... Inquebrantable respeto a la Ley y decidida preferencia por la forma republicana, he ahí concretado mi pensamiento político.
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Yo desearía para mi país un hombre que tenga la virtud de redimir al pueblo... sin haber tiranizado a sus redimidos... Nuestras aspiraciones son amplias, y en ellas caben todos los hombres, cualquiera que sea su modo de
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pensar y el juicio que formen de las cosas.
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El porvenir de Cuba le pertenece a un pueblo entero y no tenemos derecho a disponer de él en discordia con sus intereses político-sociales.
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Muévenos sobre todo el triunfo del derecho de todas las generaciones que se sucedan en el escenario de nuestra Cuba.
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Siempre estaré al lado del principio racional, aunque para ello necesite estar de frente con las condiciones del actual momento.
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Cuba no debe ni puede esperar soluciones extrañas; su porvenir está en hacerse reina absoluta de sus destinos y recoger a sus hijos proscritos por la tiranía de su opresor.
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Con la soberanía nacional obtendremos nuestros naturales derechos, la dignidad sosegada y la representación de pueblo libre e independiente.
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Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha.
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Lo único que yo aceptaría gustoso de mis enemigos fuera el sangriento patíbulo.
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Que difiramos en la forma no quiere decir que dejemos de trabajar en favor de la causa; por el contrario, debemos hacerlo buscando la unión, pues de las ideas compartidas en armonía resulta su mejoramiento, contribuyendo a engrandecer la obra común.