JOSÉ MARTÍ

IDEARIO

Carlos Ripoll

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LA LIBERTAD

179. El respeto a la libertad y al pensamiento ajenos, aun del ente más infeliz, es mi fanatismo: si muero, o me matan, será por eso.

180. Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.

181. Como el hueso al cuerpo humano, y el eje a una rueda, y el ala a un pájaro, y el aire al ala, así es la libertad la esencia de la vida. Cuanto sin ella se hace es imperfecto.

182. La libertad no muere jamás de las heridas que recibe. El puñal que la hiere lleva a sus venas nueva sangre.

183. El mundo tiene dos campos: los que aborrecen la libertad, porque sólo la quieren para sí, están en uno; los que aman la libertad, y la quieren para todos, están en otro.

184. Todo hombre de justicia y honor pelea por la libertad dondequiera que la vea ofendida, porque eso es pelear por su entereza de hombre; y el que ve la libertad ofendida, y no pelea por ella, o ayuda a los que la ofenden, no es hombre entero.

185. La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio.

186. Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre.

187. ¡Cuándo no fueron los enemigos peores de la libertad los que se valen, para mejor herirla, de su nombre!

188. Sólo la opresión debe temer el ejercicio pleno de las libertades.

189. No basta salir a la defensa de las libertades con esfuerzos épicos e intermitentes cuando se las ve amenazadas en momentos críticos, sino que todo momento es crítico para la guarda de las libertades.

190. El hombre ama la libertad, aunque no sepa que la ama, y anda empujado de ella y huyendo de donde no la halla.

191. Acaso los enemigos de la libertad lo son porque la juzgan por sus vociferaciones. Si conocieran sus encantos, la dignidad que va con ella, lo rey que se siente el hombre libre, el perpetuo iluminamiento interno que la libre y decorosa conciencia de sí y ejercicio de sí producen, no habría acaso amigos mayores de la libertad que los que son sus más eximios enemigos.

192. Es culpable el que ofende la libertad en la persona sagrada de nuestros adversarios, y más si los ofende en nombre de la libertad.

193. Donde la libertad verdaderamente impera, sin más obstáculos que los que le pone nuestra naturaleza: ¡no hay trono que se parezca a la mente de un hombre libre, ni autoridad más augusta que la de sus pensamientos !

194. Con las libertades, como con los privilegios, sucede que juntas triunfan o peligran, y que no puede pretenderse o lastimarse una sin que sientan todas el daño o el beneficio.

195. Terrible es, libertad, hablar de ti para el que no te tiene. Una fiera vencida por el domador no dobla la rodilla con más ira. Se conoce la hondura del infierno, y se mira desde ella, en su arrogancia de sol, al hombre vivo. Se muerde el aire, como muerde una hiena el hierro de su jaula. Se retuerce el espíritu en el cuerpo como un envenenado. Del fango de las calles quisiera hacerse el miserable que vive sin libertad la vestidura que le asienta. Los que te tienen, oh libertad, no te conocen. Los que no te tienen no deben hablar de ti, sino conquistarte.

196. El animal anda en manadas, el hombre con su pensamiento libre.

197. La entrada del hombre en la ventura y ordenamiento de la libertad produce como una colosal florescencia de lirios, la fe casta y profunda en la utilidad y justicia de la naturaleza.

198. El que vive en un credo autocrático es lo mismo que una ostra en su concha, que sólo ve la prisión que la encierra y cree, en la oscuridad, que aquello es el mundo; la libertad pone alas a la ostra. Y lo que oído en lo interior de la concha, parecía portentosa contienda, resulta a la luz del aire ser el natural movimiento de la savia en el pulso enérgico del mundo.

199. Ni de las riendas de su caballo debe desasirse el buen jinete, ni de sus derechos el hombre libre. Es cierto que es más cómodo ser dirigido que dirigirse, pero es también más peligroso.

200. No hay perdón para los actos de odio. El puñal que se clava en nombre de la libertad, se clava en el pecho de la libertad.

201. Si no la pierde por sus vicios, si no la mancilla saliendo por el mundo a conquistar de ambición, si no la descuida y deja en malas manos por el apetito violento e infeliz de la fortuna, ¿quién le robará, le ofenderá, le mermará la libertad a un pueblo semejante? ¿a un pueblo de discusión? ¿a un pueblo de votos? ¿a un pueblo de actos? La libertad palabrera, la que pide derechos y no los prepara y asegura con las prácticas, es como salir por un espinar a tirar piedras a las plumas.

202. Por supuesto que no pierde nada la libertad con vestirse en lo de un buen sastre y unir al mérito de la virtud el de la buena crianza. No basta saber llevar la levita para ser cómplice nato de los tiranos. La levita no es un pecado, ni la casaca tampoco. Washington, Bolívar y Lafayette eran tres dandies perfectos.

203. Sólo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores. No merece el dictado de defensor de la libertad quien excusa sus vicios y crímenes por el temor mujeril de parecer tibio en su defensa.

204. Los mismos padecimientos por el logro de la libertad encariñan más con ella; y el reposo mismo que da el mando tiránico permite que a su sombra se acendren y fortalezcan los espíritus.

205. Donde la libertad ilustrada es mayor, ni siquiera las viejas cóleras tradicionales pueden hincar el diente y alzar tempestad, sino que se funden y deshacen, como un cometa en su choque con el sol. El corcel de la libertad nació con bridas.

206. Me parece que me matan un hijo cada vez que privan a un hombre del derecho de pensar.

207. Se es libre, pero no para ser vil: no para ser indiferente a los dolores humanos; no para aprovecharse de las ventajas de un pueblo político, del trabajo creado y mantenido por las condiciones políticas de un pueblo, y negarse a contribuir a las condiciones políticas que se aprovechan. Dígase que no otra vez. El hombre no tiene la libertad de ver impasible la esclavitud y deshonra del hombre, ni los esfuerzos que los hombres hacen por su libertad y honor.

208. La libertad no es una bandera a cuya sombra los vencedores devoran a los vencidos y los abruman con su incansable rencor: la libertad es una loca robusta que tiene un padre, el más dulce de los padres, el amor, y una madre, la más rica de las madres, la paz.

209. De hombres de sacrificio necesita la libertad: no de hombres que deshonren o mermen o abandonen a los que están prontos al sacrificio, al sacrificio racional y útil, al sacrificio de los de hoy, para la ventura de los de mañana. Esa es la agonía, ése el secreto de las derrotas, ése el misterio de las caídas y tropiezos en la lucha por la libertad. Los que la quieren para servirse de ella, y para su beneficio o triunfo, cierran el paso, por no verse obligados a andar a él, a los que quieren la libertad, a costa de sus vidas, para que sirva a los demás hombres, para que sirva a sus conciudadanos.

210. Asegurar el albedrío humano; dejar a los espíritus su seductora forma propia; no deslucir con la imposición de ajenos prejuicios las naturalezas vírgenes; ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía marcada, he ahí el único modo de poblar la tierra de la generación vigorosa y creadora que le falta.

211. Se ha de permitir que todos los cultos salgan a la luz, para que los sanee el aire y depure, mientras que, si se les compele a no salir del corazón, adquieren allí fuerza de templo y color de bandera, y acumulándose la actividad comprimida, estalla al fin en guerras. No puede suprimirse ningún factor humano.

212. La primera libertad, base de todas, es la de la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el carácter para salir con sus lobanillos y joroba, sino un guía honrado, que enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro y su contra, lo mismo que el de sus enemigos, para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno, que es la flor que no se ha de secar en el herbario de las universidades.

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