LAS BELLAS ARTES
213. Dícese arte, y siéntese la voluntad encadenada a extraña y poderosa fuerza, y levantada la inspiración, y como cumplida una alegría, y regocijada y agradecida una ventura. Arte es huir de lo mezquino, y afirmarse en lo grande, y olvidarse, y enaltecerse, y vivir, porque olvidarlo es la única manera de perdonar al Creador ese don pesado, incomprensible y loco de la vida.
214. Dése obra de espíritu a los pueblos, el verso que enamora, el discurso que atrae, la pintura que deslumbra, el drama que interesa, el paseo que calma, para que la vanidad, que reina en todo, se modere por la virtud de los asuntos en que se la emplea.
215. Narciso no se ha de ser en la letras, sino misionero. No se ha de escribir para hacer muestra de sí, y abanicar como el pavón la enorme cola, sino para el bien del prójimo.
216. El arte afirma los sentimientos que expresa, los cuales crecen en el alma, de tenerlos siempre delante de los ojos en una forma hermosa. Y otro servicio más hace el artista, y es que representando en lo que tiene de bello el sentimiento, acostumbra al espíritu a verlo de esta manera, y se prepara a rechazar en la hora de los extravíos todo lo que desluzca o falsee.
217. ¿Qué es el arte, sino el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla, a la vez, de manera que perdure y centellee en las mentes y en los corazones?
218. La verdad ha de darse al hombre envuelta en mieles. Ha de hacérsela risueña y amable, para que el hombre, seducido por su apariencia externa, se acerque a ella, y la oiga sin saber que la oye.
219. Los pueblos inmorales tienen todavía una salvación: el arte. El arte es la forma de lo divino, la revelación de lo extraordinario. La venganza que el hombre tomó al cielo por haberlo hecho hombre, arrebatándole los sonidos de su arpa, desentrañando con luz de oro el seno de colores de sus nubes. El ritmo de la poesía, el eco de la música, el éxtasis beatífico que produce en el ánimo la contemplación de un cuadro bello, la suave melancolía que se adueña del espíritu después de estos contactos sobrehumanos, son vestimentos místicos, y apacibles augurios de un tiempo que será todo claridad.
220. La hermosura es un derecho natural. Donde aparece surgen la luz, la fuerza y la alegría. Un ser hermoso es un bienhechor. Es una especie de ministerio divino la hermosura.
221. El arte es una forma de respeto; pero cuando se le exagera, es una falta de respeto.
222. Se ha de cuidar de la hermosura, como de la libertad, porque las verdades mismas andan más de prisa por los caminos bien atendidos.
223. En la música, es más bello lo que brota de ella que ella misma.
224. Cuando no se disfruta de la libertad, la única excusa del arte y su único derecho para existir es ponerse al servicio de ella ¡Todo al fuego, hasta el arte, para alimentar la hoguera!
225. ¡Cómo acompañan los buenos poetas! ¡Qué tiernos amigos, esos a quienes no conocemos! ¡Qué benefactores, esos que cantan cosas divinas y consuelan! ¡Si hacen llorar, cómo alivian! ¡Si hacen pensar, cómo empujan y agradan! Y, si están tristes, ¡cómo pueblan de blandas músicas los espacios del alma, y tañen en los aires, y le sacan sones, como si fuera el aire lira, y ellos supieran el hermoso secreto de tañerla!
226. El arte, como la sal a los alimentos, preserva a las naciones.
227. La poesía es durable cuando es obra de todos. Tan autores son de ella los que la comprenden como los que la hacen.
228. ¿Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida.
229. Ni ha de decirse escritores, sino pensadores, en justo castigo de haber venido dando funestísima preferencia al arte de escribir sobre el arte de pensar. Algo más que sastres y embadurnadores de fachadas han de ser los escritores buenos. Ha de borrarse del papel toda frase que no encierre un pensamiento digno de ser conservado, y toda palabra que no ayude a él.
230. Lo que ha de hacer el poeta de ahora es aconsejar a los hombres que se quieran bien, y pintar todo lo hermoso del mundo de manera que se vea en los versos como si estuviera pintando con colores, y castigar con la poesía como con un látigo, a los que quieran quitar a los hombres su libertad, o roben con leyes pícaras el dinero de los pueblos, o quieran que los hombres de su país les obedezcan como ovejas y les laman la mano como perros.
231. Amo la forma, venero las letras como el oro donde se alberga el pensamiento hermoso, como para los católicos se alberga en el cáliz el cuerpo de Cristo.
232. El que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la vaina, ése tiene estilo. El que cubra la vaina de papel o de cordones de oro, no hará por eso de mejor temple la hoja.
233. Las letras sólo pueden ser enlutadas o hetairas en un país sin libertad.
234. Conocer diversas literaturas es el medio mejor de libertarse de la tiranía de algunas de ellas, así como no hay manera de salvarse del riesgo de obedecer ciegamente a un sistema filosófico, sino nutrirse de todos, y ver cómo en todos palpita un mismo espíritu.
235. La poesía es un dolor... El poeta es devorado por el fuego que irradia. No hay verso que no sea una mordida de la llama. El resplandor más vivo viene del dolor más bárbaro.
236. El lenguaje es humo cuando no sirve de vestido al sentimiento generoso o a la idea eterna.
237. Lo que se dice no lo ha de decir el pensamiento solo, sino el verso con él; y donde la palabra no sugiera, por su acento y extensión la idea que va en ella, ahí peca el verso.
238. Como las aves, los poetas y los pintores hacen nidos con la paja que encuentran en su camino; para ellos ver es conocer. Un hombre nace cuando, después de examinar al prójimo, empieza a vivir por sí mismo.
239. Quizás una superioridad de la pintura sobre las letras es que aquélla obliga a la reflexión, al estudio, al mejoramiento y a los cambios. La pluma tiene alas y anda demasiado aprisa; el pincel pesa y no vuela tan ligero.
240. ¡Triste aquel que delante de un cuadro hermoso no haya sentido en sí como el crecimiento de una fuerza extraña, y en su garganta como amontonadas sin salida las palabras de contento y conmoción! Son las leyes de lo eterno, que escapan a los legisladores de lo físico.
241. A veces es artística la irregularidad, pero esta irregularidad en pintura debe ser lógica entre sus accidentes, como deben ser consecuentes y agrupados en unidad los caprichos de la fantasía poética. La monotonía es fiera, porque lo extingue todo, como que hasta extingue las santidades y costumbres del amor.
242. La música es la más bella forma de lo bello. . . La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de lo ilimite surgido de lo limitado y de lo estrecho: es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera.
243. La belleza alivia: un canto hermoso es una buena acción: quien da huéspedes al corazón le da compañeros para la amarga vida: un buen canto es un buen huésped. Y ¡cómo duran, los versos! Duran más que los imperios en que se cantaron, y que las fortalezas que defendieron los imperios. Troya está en ruinas, no la Ilíada. El poeta unge con óleo de vida eterna los paisajes que pinta y los héroes que consagra.
244. Un pueblo de pintores será siempre un pueblo de mujeres elegantes, de edificios bellos, de libros bien impresos, de casas bien adornadas.
245. ¿Será que junta la música, a la hora en que se destruye; que levanta, a la hora en que se cae? ¿Será augurio de la entrada triunfal en el mundo venidero, luego de haber subido, con la virtud al hombro el peldaño de éste? Ello es que la música aviva la luz y duplica el valor.
246. El hombre es noble y tiende a lo mejor; el que conoce lo bello, y la moral que viene de él, no puede vivir luego sin moral y belleza.
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